lunes, julio 11, 2005

Capítulo XLVII

«Yo no estoy preñado de nadie —respondió Sancho—, ni soy hombre que me dejaría empreñar del rey que fuese, y, aunque pobre, soy cristiano viejo y no debo nada a nadie; y si ínsulas deseo, otros desean otras cosas peores, y cada uno es hijo de sus obras, y debajo de ser hombre, puedo venir a ser papa, cuanto más gobernador de una ínsula, y más pudiendo ganar tantas mi señor, que le falte a quien dallas. Vuestra merced mire cómo habla, señor barbero, que no es todo hacer barbas, y algo va de Pedro a Pedro. Dígolo, porque todos nos conocemos, y a mí no se me ha de echar dado falso. Y en esto del encanto de mi amo, Dios sabe la verdad, y quédese aquí, porque es peor meneallo».

De vez en cuando hay que dejar hablar a Sancho.

No hay comentarios: