domingo, septiembre 25, 2005

Segunda parte. Capítulo XIV

«Apenas le vio caído Sancho, cuando se deslizó del alcornoque, y a toda priesa vino donde su señor estaba, el cual, apeándose de Rocinante, fue sobre el de los Espejos, y quitándole las lazadas del yelmo para ver si era muerto, y para que le diese el aire, si acaso estaba vivo, y vio..., ¿quién podrá decir lo que vio, sin causar admiración, maravilla y espanto a los que lo oyeren? Vio, dice la historia, el rostro mesmo, la misma figura, el mesmo aspecto, la misma fisonomía, la mesma efigie, la perspectiva mesma del bachiller Sansón Carrasco, y así como la vio, en altas voces dijo:
—Acude, Sancho, y mira lo que has de ver y no lo has creer; aguija, hijo, y advierte lo que puede la magia, lo que pueden los hechiceros y los encantadores».

Don Quijote emprende combate con el Caballero del Bosque o de los Espejos, pero es después de derribarlo cuando descubre con sorpresa su identidad.

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