domingo, abril 02, 2006

Segunda parte. Capítulo XLVI

Ya es mala suerte que en la batalla del caballero andante con los malandrines encantadores se crucen unos salvajes gatos.

«Y, volviéndose a los gatos que andaban por el aposento, les tiró muchas cuchilladas; ellos acudieron a la reja, y por allí se salieron, aunque uno, viéndose tan acosado de las cuchilladas de don Quijote, le saltó al rostro y le asió de las narices con las uñas y los dientes, por cuyo dolor don Quijote comenzó a dar los mayores gritos que pudo. Oyendo lo cual el duque y la duquesa, y considerando lo que podía ser, con mucha presteza acudieron a su estancia, y, abriendo con llave maestra, vieron al pobre caballero pugnando con todas sus fuerzas por arrancar el gato de su rostro. Entraron con luces, y vieron la desigual pelea; acudió el duque a despartirla, y don Quijote dijo a voces:
—¡No me le quite nadie, déjenme mano a mano con este demonio, con este hechicero, con este encantador; que yo le daré a entender, de mí a él, quién es don Quijote de la Mancha!»

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