lunes, abril 17, 2006

Segunda parte. Capítulo XLVII

Encontróse Sancho en la ínsula con un médico que le amargaría los primeros momentos en el cargo de gobernador. Habla así el matasanos:

«No se ha de comer, señor gobernador, sino como es uso y costumbre en las otras ínsulas donde hay gobernadores. Yo, señor, soy médico, y estoy asalariado en esta ínsula para serlo de los gobernadores della, y miro por su salud mucho más que por la mía, estudiando de noche y de día y tanteando la complexión del gobernador, para acertar a curarle cuando cayere enfermo; y lo principal que hago es asistir a sus comidas y cenas, y a dejarle comer de lo que me parece que le conviene, y a quitarle lo que imagino que le ha de hacer daño y ser nocivo al estomago; y, así, mandé quitar el plato de la fruta por ser demasiadamente húmeda, y el plato del otro manjar también le mande quitar por ser demasiadamente caliente y tener muchas especies, que acrecientan la sed; y el que mucho bebe mata y consume el húmedo radical donde consiste la vida».

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