miércoles, abril 19, 2006

Segunda parte. Capítulo XLIX

El poder de Sancho es grande como gobernador, pero no alcanza para obligar que alguien duerma en la cárcel.

«—Bueno, respondéis muy a propósito, discreto sois, mancebo; pero haced cuenta que yo soy el aire, y que os soplo en popa, y os encamino a la cárcel. ¡Asilde, hola, y llevadle; que yo haré que duerma allí sin aire esta noche!
—¡Par Dios, —dijo el mozo—, así me haga vuesa merced dormir en la cárcel como hacerme rey!
—Pues ¿por qué no te haré yo dormir en la cárcel? —respondió Sancho— ¿No tengo yo poder para prenderte y soltarte cada y cuando que quisiere?
—Por más poder que vuesa merced tenga —dijo el mozo—, no será bastante para hacerme dormir en la cárcel.
—¿Cómo que no? —replicó Sancho—; llevadle luego donde verá por sus ojos el desengaño, aunque más el alcaide quiera usar con él de su interesal liberalidad; que yo le pondré pena de dos mil ducados si te deja salir un paso de la cárcel.
—Todo eso es cosa de risa —respondió el mozo—; el caso es que no me harán dormir en la cárcel cuantos hoy viven.
—Dime, demonio —dijo Sancho, —¿tienes algún ángel que te saque y que te quite los grillos que te pienso mandar echar?
—Ahora, señor gobernador —respondió el mozo con muy buen donaire—, estemos a razón y vengamos al punto. Prosuponga vuesa merced que me manda llevar a la cárcel y que en ella me echan grillos y cadenas y que me meten en un calabozo y se le ponen al alcaide graves penas si me deja salir, y que él lo cumple como se le manda; con todo esto, si yo no quiero dormir y estarme despierto toda la noche sin pegar pestaña, ¿será vuesa merced bastante con todo su poder para hacerme dormir, si yo no quiero?
—No por cierto —dijo el secretario—, y el hombre ha salido con su intención».

No hay comentarios: