sábado, octubre 08, 2005

Segunda parte. Capítulo XIX

Sancho y la "prevaricación del buen lenguaje" que le reprocha don Quijote.

«—¿Adónde vas a parar, Sancho, que seas maldito? —dijo don Quijote—. Que cuando comienzas a ensartar refranes y cuentos, no te puede esperar sino el mesmo Judas, que te lleve. Dime, animal, ¿qué sabes tú de clavos, ni de rodajas, ni de otra cosa ninguna?
—Oh, pues si no me entienden —respondió Sancho—, no es maravilla que mis sentencias sean tenidas por disparates; pero no importa, yo me lo entiendo y sé que no he dicho muchas necedades en lo que he dicho, sino que vuesa merced, señor mío, siempre es friscal de mis dichos y aun de mis hechos.
Fiscal has de decir —dijo don Quijote—, que no friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda.
—No se apunte vuestra merced conmigo —respondió Sancho—, pues sabe que no me he criado en la corte, ni he estudiado en Salamanca, para saber si añado o quito alguna letra a mis vocablos. Sí, que válgame Dios, no hay para qué obligar al sayagués a que hable como el toledano, y toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido».

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